Comiendo Burra (2007)
El rococó puede interpretarse como un “horror al vacío” que contrasta con la abstracción valorada como una plenitud del vacío que llega a superarlo. Ambas opciones son formas de encontrarle sentido a la existencia que hemos heredado por lo que se nos muestran como síntomas de los procesos de colonización política y simbólica que han determinado nuestras prácticas culturales hasta la fecha.
Para acercar éstas dos nociones Carlos Castro busca analizarlas desde un punto de vista estilístico que las aproxime irónicamente y que ponga en cuestión sus implicaciones ideológicas. En el camino de construir esta relación él ha yuxtapuesto referentes de la “alta” y “baja” cultura como suele llamarse a los residuos de la confrontación entre las culturas: dominante y dominada en el escenario colonial. Los excesos decorativos del rococó funcionaron en su momento histórico como formas de distinción social, dado que se pensaban como expresivos de las peculiaridades de los sujetos a los que estaban dirigidos y que de hecho los poseían. Las fantasías de igualdad social que emergieron con la revolución francesa eclipsarían ese “estilo”, pero las luchas simbólicas por generar nuevas formas de distinción social entre los sujetos se mantendrían vigentes a lo largo del siglo XX como podemos ver desde nuestra época.
Jaime Cerón