La Caja Negra. (2017)
Esta obra parte de los restos de un bus escolar quemado, que a modo de caja negra, da cuenta de la memoria de un cuerpo. Su aspecto de ruina, permite reflexionar sobre el objeto en abandono y por tanto replantear su uso y significante. En él, al artista realizó una video instalación en la que suceden imágenes y música que a modo de mantra, envuelven al espectador, generando en una pieza en la que la vergüenza por el cuerpo está presente.
El video fue realizado en colaboración e interlocución con el cineasta Andrés Borda y el compositor Daniel Castro. El sonido de la pieza fue elaborado utilizando el bus como instrumento; el metal de las sillas como material de percusión y las latas internas como violín, constituyendo una pieza de 7 minutos.
La disposición del escenario en el bus recuerda el ordenamiento del espacio compartido en instituciones como el colegio y la iglesia, donde hileras de subordinados se enfrentan a una estructura solemne. La pantalla, elevada y dogmática, atrae la máxima atención de sus espectadores como lugar que ha sido consagrado.